Villa de Pozos y los zopilotes hambrientos
Había una vez un municipio llamado Villa de Pozos, una tierra prometida donde el desarrollo florecería y la autonomía traería prosperidad a sus habitantes. Pero, oh sorpresa, lo que realmente brotó fue una casta política de zopilotes hambrientos que vieron en este nuevo municipio una oportunidad de oro… para robar. Lo que se vendió como independencia resultó ser solo una piñata política llena de billetes, y los funcionarios, en lugar de administrarla, llegaron con los ojos brillantes y el palo listo para romperla.
Al frente de esta tragicomedia está René Oyarvide, el hombre que domina el arte de estar en dos nóminas a la vez sin despeinarse. Con una mano cobra en Villa de Pozos y con la otra en el Congreso, demostrando que la multitarea no es solo para los ejecutivos de Silicon Valley. Eso sí, cuando se trata de resolver problemas reales como la falta de infraestructura o los servicios básicos, su eficiencia desaparece como un billete en una licitación amañada. Pero no es su culpa, claro, es que el municipio "nació sin recursos". Lo curioso es que los únicos que no tienen recursos son los ciudadanos, porque los funcionarios parecen estar bastante bien alimentados.
Y qué decir de la presidenta municipal Teresa Rivera, la líder de papel que está al frente del municipio, al menos en teoría. Porque en la práctica, su función parece reducirse a ser un bonito adorno en el organigrama oficial. No decide, no gestiona y no manda. Es como un florero, pero sin flores. Esperemos que la humilde tiendita de abarrotes que tiene en su casa, en fecha próxima no se convierta en un Walmart o algo parecido.
Mientras tanto, el equipo de funcionarios forasteros, que antes ni sabían dónde quedaba Villa de Pozos, hoy caminan con la seguridad de quien ya tiene su pedazo del pastel. Son saqueadores modernos, con título de servidor público y sueldo de rey. Y quien si es de ahí como Gaspar Méndez ya se embolsa 64 mil pesotes al mes y se la pasa deambulando como un zopilote descabezado.
El futuro de Villa de Pozos pinta verde oscuro, pero no por un fenómeno natural, sino por la plaga de políticos que lo carcome. Si los ciudadanos no despiertan, este municipio pasará a la historia como el ejemplo perfecto de cómo la corrupción puede matar un sueño antes de que siquiera despegue. La pregunta es: ¿se quedarán de brazos cruzados viendo cómo les saquean su futuro o tendrán el coraje de ponerle un alto a estos mercenarios del erario? La respuesta está en sus manos… si es que aún queda algo que salvar.
Columna exclusiva de Eva Wagner Charqueño para Ciudadanos Observando.