No olvidemos el cobarde hackeo a medios de comunicación de SLP
En SLP nada que celebrar el día de la libertad de expresión.
No debemos olvidar el grave hackeo masivo a diversos medios de comunicación en San Luis Potosí en octubre de 2023, que representa una afrenta directa y alarmante a la libertad de expresión, no solo en el estado, sino en todo México. Atacar digitalmente a portales informativos equivale a silenciar voces, obstruir el derecho ciudadano a informarse y vulnerar el trabajo de periodistas que día a día luchan por mantener viva la función social de los medios. No se trata de un simple fallo de seguridad: se trata de una agresión con tintes de censura, de intimidación y, peor aún, de impunidad, pues hasta la fecha no se ha esclarecido ni se han deslindado responsabilidades claras.
Lo que ocurrió en San Luis Potosí fue un ataque meticulosamente planeado y coordinado. No fue casual ni improvisado: los responsables sabían exactamente a qué portales iban, cómo vulnerarlos y en qué momento hacerlo para causar el mayor daño posible. Se trató de una ofensiva dirigida, con conocimientos técnicos avanzados, que afectó a medios locales con líneas editoriales distintas, pero que coincidían en su compromiso por informar y muchas veces ser criticos al gobierno estatal. Esta operación apunta a intereses oscuros que buscan desestabilizar, sembrar miedo y generar un clima de autocensura. Es una señal de alerta roja que no puede ser minimizada ni banalizada por ninguna autoridad.
Más grave aún es el silencio institucional. Ni el gobierno estatal ni las autoridades federales han dado respuestas contundentes, lo que refleja una preocupante indiferencia ante un hecho de enorme gravedad democrática. El mensaje es claro: en San Luis Potosí, quienes informan y señalan actos de abuso y corrupción están solos, expuestos, y desprotegidos frente a quienes buscan callarlos.
Exigimos justicia, investigación real, garantías de no repetición y una postura firme por parte de las autoridades que, hasta ahora, han preferido mirar hacia otro lado. La libertad de prensa no se defiende con discursos huecos ni con simulaciones, sino con acciones concretas y con el respaldo irrestricto a quienes todos los días se levantan a contar la historia que otros prefieren ocultar. Lo ocurrido en octubre de 2023 debe marcar un antes y un después: o defendemos el derecho a informar, o aceptamos que el silencio se imponga por la vía de la violencia digital.