La crisis que se le viene a la UASLP

19.12.2024 14:29

En una universidad que enfrenta una grave crisis financiera, lo que menos se esperaría es que sus directivos se dediquen a sumar gastos inútiles. Pero eso es exactamente lo que está ocurriendo bajo la gestión del rector Alejandro Zermeño, quien desde 2020 parece haber convertido la institución en un refugio para allegados y el pago de favores políticos en lugar de ser un espacio para el aprendizaje. ¿El resultado? Más de 400 contrataciones, entre empleados de confianza y funcionarios, mientras las carreras desaparecen y los estudiantes no aumentan. Para muchos, esta administración está jugando con el futuro de la universidad, y las consecuencias podrían ser devastadoras.

¿Cómo se justifica contratar más personal cuando no hay más estudiantes? No se justifica, y eso es lo que enfurece a la comunidad universitaria. Según información de personal al interior de la máxima de estudios, denuncia que algunas de estas contrataciones no son más que “pagos de favores” políticos, con personas que pasan más tiempo viendo videos en internet que trabajando. Mientras tanto, trabajadores de años que realmente aportan al funcionamiento de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí ven cómo las oportunidades que han esperado se otorgan por dedazo del rector Zermeño. Es un descaro que pone en jaque la poca credibilidad y la estabilidad de la institución.

Lo peor es que esta situación no es nueva. Desde 2019, el contralor ya había advertido sobre el exceso de personal y pidió evitar contrataciones innecesarias para cumplir con la política de austeridad. Pero la actual administración hizo oídos sordos. El propio estatuto universitario, ese que debería ser la guía de funcionamiento, prohíbe remuneraciones no aprobadas por el Consejo Directivo. Aun así, el rector Zermeño y su equipo parecen ignorar estas reglas, actuando como si las finanzas de la universidad fueran un cheque en blanco para sus decisiones.

Mientras tanto, en su presentación presupuestaria, Zermeño advirtió que para 2025 habrá problemas con los sueldos, lo que ha encendido las alarmas entre los trabajadores. Muchos temen despidos masivos, pero no para los privilegiados cercanos al rector, sino para aquellos que realmente mantienen a la universidad funcionando. La sensación de injusticia crece, y el malestar entre académicos, estudiantes y empleados no para de aumentar.

La universidad, un lugar que debería ser símbolo de aprendizaje, innovación y progreso, está siendo consumida por el derroche y la opacidad. La comunidad universitaria exige se frenen este abuso de poder y rescaten a la institución antes de que sea demasiado tarde. El reloj está corriendo, y si la gestión actual de Alejandro Zermeño no cambia su rumbo, las consecuencias podrían ser irreparables.