Elecciones universitarias obsoletas

Ahora que está por nombrarse un nuevo director de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, queda en evidencia un sistema de elección cada vez más obsoleto y rancio, heredado de una época que quizá funcionó el siglo pasado, pero que hoy ha dejado de ser viable.
Analicemos el método de elección de directores. En teoría, cualquier profesor o profesora que cumpla con los requisitos mínimos establecidos en el artículo 84 del Estatuto Orgánico de la Universidad puede inscribirse como candidato. Una vez registrados, el Consejo Técnico Consultivo de cada facultad selecciona, de entre ellos, a tres profesores que considera idóneos para ocupar la dirección de su entidad académica. Esa terna se envía posteriormente al Consejo Directivo Universitario, que es el encargado de elegir al nuevo director.
Hasta aquí, el proceso aparenta ser democrático y razonable. Sin embargo, en la práctica, estas elecciones suelen responder a los intereses del rector en turno. Se realizan acuerdos políticos para asegurarse de que los directores sean figuras dóciles, fácilmente manipulables y que no representen un contrapeso real al poder central.
En realidad, lo que ocurre es que el rector, a través del director de la facultad, “sugiere” uno o dos nombres al Consejo Técnico para que sean incluidos en la terna. Peor aún: si el director tiene la posibilidad de reelegirse, suele acomodar a dos candidatos de relleno para garantizar su continuidad.
Han existido casos claros de resistencia dentro de los consejos técnicos, en los que los candidatos del rector no fueron seleccionados. No obstante, el rector ha regresado esas ternas, obligando a los consejos a incluir a las personas de su preferencia. Tal fue el caso durante la elección de 2024. En la Facultad del Hábitat, por ejemplo, la directora —quien buscaba reelegirse— no apareció en la terna elegida por su consejo técnico. Al enterarse, el rector reaccionó con enojo y devolvió la terna con la consigna de que no aceptaría otra en la que no figurara la Arq. Rosa Ma. Reyes Moreno, a pesar de que la propia comunidad ya no la respaldaba. Algo similar ocurrió en la Facultad de Psicología, donde el director actual tampoco fue incluido inicialmente en la terna.
Surge entonces una pregunta inevitable: ¿de qué sirve que los consejos técnicos escojan a sus candidatos si, al final, el rector impondrá su voluntad? La respuesta es clara: necesita personas que actúen como títeres, que avalen sus decisiones sin cuestionarlas y que no obstaculicen sus intereses.
Otra anomalía del proceso es que sea el Consejo Directivo Universitario quien, finalmente, elige a los directores. Esto resulta absurdo, pues consejeros alumnos o maestros de entidades tan alejadas como la Facultad de Estudios Superiores de la Zona Huasteca, con sede en Ciudad Valles, terminan votando por el director de la Facultad de Derecho, a quien no conocen y cuyas necesidades desconocen por completo. ¿Cómo puede alguien elegir a un director sin tener conexión con la facultad involucrada? Es, sencillamente, ilógico.
Conviene recordar que, en el plan de trabajo de 2020, el entonces candidato a rector, el médico oftalmólogo Alejandro Zermeño, se comprometió a reformar el Estatuto Orgánico para hacer más democrático el proceso de elección de directores y evitar la intervención del rector. Aunque efectivamente se realizó una modificación de forma, en el fondo todo quedó igual. El objetivo real fue conservar la capacidad del rector para decidir quién puede y quién no puede llegar a una dirección, con el único propósito de seguir controlando al Consejo Directivo Universitario.
Hoy más que nunca, los miembros del Consejo Directivo Universitario deberían impulsar reformas profundas para que sean únicamente los integrantes de cada facultad quienes elijan a sus autoridades. Solo así los directores podrían fungir como contrapesos reales al rector, y el Consejo Directivo Universitario podría convertirse, al fin, en la verdadera máxima autoridad de la Universidad, y no en la figura decorativa que es actualmente.