El emperador Tito Gallardo

15.08.2022 16:46

Tito Flavio Sabino Vespasiano fue un emperador romano entre los años 79 y 81, perteneciente a la dinastía de los Flavios, y también conocido comúnmente como Tito. Era el hijo mayor del emperador Vespasiano con el que compartió el poder antes de sucederle.
 

Los romanos habían importado el teatro de Grecia, pero nunca les gustó tanto como los espectáculos circenses. Igual que a los mexicanos y no se diga a los potosinos. Eran atraídos con las famosas cuadrigas de caballos, pero luego se expandieron nuevas diversiones.
 

En cuanto Tito tomó el poder como emperador, el volcán del Vesubio hizo erupción y arrasó con todo, tiempo después de desató en Roma un pavoroso incendio. Entonces el pueblo empezó a murmurar que el nuevo emperador, traería mala suerte y se vivirían años de calamidades.
El incendio de Roma y la peste del 79 le dieron ocasión para ganar popularidad con su labor para agradar a las masas. Y por eso, Tito tenía guardada una gran sorpresa. Aparecieron por toda la ciudad, carteles donde se informaba que se ofrecían cien días seguidos de espectáculos.  Los más fastuosos que jamás se recordaran y efectivamente, los rumores cesaron. 

 

En esa época existía una frase que decía: “Este pueblo solo desea con ansiedad dos cosas pan y circo”. Frase que sigue en estos tiempos más vida que nunca.
 

Tito además de darle un sinfín de espectáculos, también compró al pueblo con la entrega de grano gratuito a los ciudadanos pobres, medida inaudita y ruinosa pero muy efectiva.  Así tras granjearse el favor de la plebe se rodeó de un poderoso ejército urbano con el que controlar las votaciones futuras.
 

Hoy San Luis Potosí tiene una especie de emperador muy similar a Tito. Mientras el estado se incendia con el terrible problema de la inseguridad y el volcán de la pobreza explota, aquí se echan andar los nuevos juegos que harán olvidar el mal momento, todo será alegría y espectáculo.
Entretener a las masas, distraer sus inquietudes reivindicativas a través de todo tipo de juegos, una vez más es el objetivo prioritario de los emperadores modernos.
“Pan y circo” sigue siendo una forma de hacer política en nombre del pueblo..., pero sin el pueblo.

 

De forma bien planeada, cuando los juegos pasen y llegue el aburrimiento generalizado de la plebe o la exigencia de ver cosas más sorprendentes, se sacará de las entrañas del nuevo coliseo a la herencia maldita para culparla de todos los males y pestes, consiguiendo con esto casi una amnesia generalizada y una tribuna eufórica que será feliz recibiendo despensas. 
 

Un pueblo, preocupado por sus intereses individuales será presa fácil para tenerlo controlado. Aquel pueblo romano que hemos descrito al inicio desapareció, pero se mantienen las mañas que se han usado por siglos, hoy han sido sustituidas por nuevos circos y espectáculos. Los actuales esclavos de los programas sociales, están sometidos y chantajeados. Entre más pobres existan, más fácil serán presa para los políticos populistas.
 

Seamos verdaderos ciudadanos, de lo contrario, bajo este populismo institucional que estamos viendo en San Luis, se abandonará el sueño de una verdadera democracia y quedará sometido al poder absoluto y caprichoso del nuevo emperador Tito Gallardo.