El diputado Sergio Gutiérrez se hunde más en el fango
El diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, presidente de la Cámara de Diputados, parece no entender que entre más intenta defender su vida ostentosa y plagada de lujos, más se hunde en el lodo de la incongruencia y el cinismo político. Cada explicación que ofrece para justificar sus excesos termina exhibiéndolo como un funcionario que vive desconectado de la realidad de millones de mexicanos. Su imagen, ya erosionada por el derroche, se ha convertido en sinónimo de privilegio y soberbia.
Su esposa, la también diputada federal Diana Karina Barreras, se ha ganado a pulso el mote de #DatoProtegido, después de intentar humillar y denunciar a una ciudadana que se atrevió a opinar en redes sociales. Esa intolerancia al escrutinio público es la mejor prueba de que la pareja no sólo vive en una burbuja de lujos, sino que pretende blindarse de cualquier crítica, como si los cargos que ocupan fueran feudos personales y no responsabilidades ante la nación.
El último episodio que terminó por embarrar aún más a Gutiérrez Luna fue su intento de justificar que no pagó entradas para un evento de Fórmula 1, argumentando que se trató de un “regalo” del exclusivo Club 51MX, es decir boletos de 340 mil pesos.
Lo que parece ignorar —o finge ignorar— es que aceptar obsequios de ese calibre constituye una violación a la Ley de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos. Su defensa no lo exculpa: lo incrimina. Y confirma que, para algunos, la política no es servicio, sino pasaporte para vivir como reyes mientras el país carga con la factura. Algo muy turbio está detrás de todo esto, sin duda alguna.