De jóvenes combativos a cómplices del poder: la traición generacional

23.09.2025 15:18

De jóvenes combativos a cómplices del poder: la traición generacional.
Qué decepción. Una generación de jóvenes que alguna vez se dijeron combativos, críticos del viejo régimen, enemigos de la corrupción y las prácticas de siempre, ha demostrado ser exactamente igual —o peor— que aquellos a quienes juraron combatir. Gritaban que venían a cambiarlo todo, que en cuanto tuvieran un cargo público serían diferentes, íntegros, limpios. El tiempo les dio la oportunidad… y la desperdiciaron.

 

El ejemplo de Gerardo Serrano Gaviño, que fue diputado por el PRI-Verde, es uno de los más lamentables. En su discurso, aseguraba formar parte de una nueva clase política. En la práctica, no tardó en mimetizarse con lo peor de la vieja escuela. Terminó envuelto en la misma cloaca de corrupción que caracterizó a la que muchos consideran la legislatura más corrupta en la historia reciente de San Luis Potosí. Falsificación de firmas, uso de facturas de empresas fantasma, documentos apócrifos y desvío de millones de pesos que estaban destinados a ayudar a quienes menos tienen. Todo eso fue parte del modus operandi que aprendió… y replicó.

 

Luego vino Edson Quintanar, de Morena. Otro joven que, antes de llegar al Congreso, se decía contrario a los abusos, los lujos y la desvergüenza política. Bastó que cobrara su primera quincena como diputado para empezar a disfrutar de los privilegios que tanto criticaba. Juró que él y sus compañeros de la 4T traerían un cambio real. Pura demagogia. Terminó rendido ante los placeres del poder y atrapado en la comodidad que antes decía despreciar.

 

El caso de Gabino y Guillermo Morales, también de Morena, es otra historia de traición al discurso. Desde las bases eran incisivos, denunciaban a la clase política corrupta con energía, se mostraban como jóvenes firmes en sus principios. Decían rechazar los lujos y las trampas para comprar votos. Hoy su actuación como delegados de la Secretaría del Bienestar —y en el caso de Gabino, ahora como diputado federal— demuestra que todo aquello era puro teatro. Si no eran iguales desde el principio, aprendieron demasiado rápido a simular. Tal vez solo estaban esperando su turno para convertirse en lo que siempre aspiraron ser: políticos tradicionales, llenos de privilegios y vacíos de convicciones.

 

Y qué decir de Michel Hernández Piña, quien surgió del movimiento #YoSoy132 y que parecía ser un aguerrido activista. Luego de presentar una supuesta lucha en favor del medio ambiente y atacar con rabia a anteriores administraciones, de la noche a la mañana despareció y luego fue encontrado dentro de la nómina municipal de Enrique Galindo desde hace 4 años. Obviamente, está en su derecho de trabajar y eso se respeta, sin embargo, las formas que comprobaron que su lucha no era tan auténtica como quiso aparentar.

La gran pregunta es esta: ¿realmente cambiaron, o siempre fueron iguales? ¿Simulaban ideales mientras esperaban su momento de entrar al sistema? La realidad es que traicionaron no solo a quienes creyeron en ellos, sino a una generación entera que sigue pagando las consecuencias del cinismo disfrazado de cambio.

Porque cuando los que prometen ser distintos resultan ser exactamente iguales, lo único que cambia… es el rostro del mismo fraude de siempre.