Casos emblemáticos de corrupción en los últimos tres sexenios

03.06.2025 15:45

Casos emblemáticos de corrupción en los últimos tres sexenios.

Felipe Calderón (2006–2012)
El sexenio de Felipe Calderón estuvo marcado por acusaciones de corrupción en el sector energético, contratos irregulares y vínculos con el crimen organizado, aunque muchos casos no fueron investigados a fondo en México y algunos fueron revelados por autoridades extranjeras, principalmente de Estados Unidos.


Caso emblemático: Estela de Luz
Diseñado como símbolo del Bicentenario, terminó como emblema del derroche. El monumento fue presupuestado en 400 millones de pesos y terminó costando más de 1,300 millones. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) documentó adjudicaciones dirigidas, licitaciones simuladas y sobrecostos injustificados. A pesar de las evidencias, nadie enfrentó consecuencias legales. El monumento tardó dos años más de lo previsto y se inauguró sin ceremonia oficial, reflejo del bochorno institucional.


También fue sumamente cuestionado el tema de la supuesta Refinería Bicentenario, ubicada en Atitalaquia, Hidalgo, que nunca se construyó y quedó solamente una barda como monumento a la irresponsabilidad y corrupción.

 

Enrique Peña Nieto (2012–2018)
El sexenio de Peña Nieto es ampliamente considerado uno de los más corruptos en la historia reciente de México.
Caso emblemático: La Estafa Maestra
Este esquema masivo de desvío de recursos públicos utilizó universidades como intermediarias para triangular dinero hacia empresas fantasma. Entre 2013 y 2014, al menos 7,670 millones de pesos fueron desviados desde dependencias como Sedesol y Sedatu. Aunque Rosario Robles fue encarcelada, el resto de los implicados —incluidos funcionarios de más alto rango— nunca enfrentaron juicio. La red de complicidades dejó claro que la corrupción operó con respaldo institucional.

 

Otros escándalos impactantes fueron el caso Odebrecht: Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, fue acusado de recibir sobornos de la empresa Odebrecht para financiar la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012, por un monto de hasta 100 millones de pesos. Sin embargo, Lozoya quedó impune por “supuestos errores” cometidos por la fiscalía general de la República.
 

También, la Casa Blanca de Angélica Rivera, esposa de Peña Nieto, que adquirió una mansión valuada en 7 millones de dólares en Lomas de Chapultepec, propiedad de Grupo Higa, una empresa beneficiada con contratos públicos durante la gestión de Peña Nieto como gobernador del Estado de México y como presidente.

 

Andrés Manuel López Obrador (2018–2024)
Caso emblemático: Segalmex

El mayor escándalo financiero del sexenio involucró un desfalco superior a los 9,000 millones de pesos en la dependencia creada para garantizar seguridad alimentaria. La compra de “bonos basura”, contratos inflados y empresas fantasma revelaron una operación corrupta a gran escala. Aunque algunos funcionarios de segundo nivel fueron investigados, los principales responsables siguen sin rendir cuentas. El caso contradijo frontalmente el discurso de “austeridad republicana” y mostró que la impunidad persiste, solo cambia de rostro.

 

Había prometido terminar con la corrupción y la impunidad y nada de eso sucedió, incluso durante su sexenio ningún pez gordo fue enjuiciado, sus allegados en lugar de ser llamados a cuentas, fueron protegidos y hasta “justificados”.
Un golpe fuerte fue la revelación de la Casa Gris, escándalo de presunto conflicto de interés que involucró a José Ramón López Beltrán, hijo mayor del expresidente. Vivía en una lujosa mansión en Houston, Texas, valuada en aproximadamente un millón de dólares. La propiedad pertenecía a Keith Schilling, un alto ejecutivo de Baker Hughes, una empresa estadounidense con contratos millonarios con Pemex durante la administración de López Obrador.

Conclusión:
Cada sexenio promete combatir la corrupción. Pero como muestran estos casos —desde un monumento inflado hasta una red para desviar recursos públicos o fraudes millonarios en programas sociales—, la corrupción en México no se erradica: se recicla. El problema no es la falta de leyes, sino la falta de consecuencias.